jueves, junio 14, 2007

Masacre en Virginia Tech: Nada nuevo bajo el (débil) sol



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(18-Abril-07) Teniendo en cuenta que Virginia Tech es una universidad de mas de 26 mil alumnos, la primera gran impresión que tuve al llegar al lugar fue la de un campus fantasma. El recinto, enclavado en plena zona rural del estado, posee amplias explanadas y avenidas para permitir el flujo de su estudiantado. Ayer, a eso de las cinco de la tarde, no habian mas de mil de ellos en el lugar. De hecho, era evidente que habian mas periodistas que locales.

Mi arribo a Blacksburg, Virginia, fue distinto al que me esperaba en virtud a las expectativas creadas por los medios. Me desplacé a la zona central de la universidad, el perímetro que rodea al Drill Field, que es un parque de dimensiones similares al The Mall de Washington DC. Rodeado por edificios de piedra y concreto (entre los que se encuentra Norris Hall, escenario de la segunda parte de los atentados), la enorme explanada verde se encuentra normalmente, durante la primavera, abarrotada de estudiantes tomando sol y compartiendo alegremente en las ventanas entre clases. Pequeños grupos de alumnos vestidos con los colores tradicionales de la universidad, naranjo y burdeo, se paseaban por el lugar depositando ofrendas florales a los caídos y escribiendo mensajes de apoyo en dos pizarras especialmente habilitadas para la ocasión. No eran más de cien de ellos, muy pocos llorando, muchos hablando por celular.

Amanda, estudiante de primer año de plan común y nativa de Roanoke, Virginia, me comentó cómo habia vivido la mañana de los incidentes. Muy atenta, intentando infructuosamente de comunicarse en su escueto español, expresó mediante una sola palabra su despertar a las nueve de la mañana del 16 de abril: confusión. Su dormitorio se encuentra justo enfrente de Norris Hall, por lo que pudo ver la desesperada huida de los alumnos del edificio y la tardia llegada de las fuerzas policiales. Según ella, comenzó a circular el rumor de que habían habido disparos, más temprano en la mañana, en algún “dorm” del West Campus y que se pensaba que el culpable era un convicto que habia protagonizado una balacera a comienzos del año lectivo, recientemente fugado. Ella misma tenía clases en el edificio a las 10:15, pero ante los sucesivos disparos y grupos de alumnos huyendo en direccion al Drill Field, su reacción instantanea fue la de encerrarse en su pieza y encender la televisión. Ella estaba segura de que esa decisión le salvo la vida, cosa que no ocurrio con su vecino del dormitorio, quien por llegar temprano a una clase de religión, terminó sucumbiendo ante la ira de Cho Seung-Hui.

A medida que se acercaba la hora de la velatón, el campus se comenzó a poblar progresivamente de estudiantes y de residentes de Blacksburg. Para las 8 PM, el Drill Field se encontraba iluminado con las velas de los presentes, quienes comenzaron a entonar los gritos de su universidad. Los “Hokies”, como se les conoce a los estudiantes de VT, buscaban consuelo y fuerza entre ellos mismos, siendo fieles a su reputacion de ser uno de los planteles mas unidos del país. A las 8:45 se comenzaron a retirar del lugar y ya a eso de las 9:20 el campus quedó practicamente vacío, salvo algunos cientos de reporteros del mundo entero despachando en vivo y en directo, buscando entrevistar a alguno de los pocos estudiantes que quedaban en el lugar.

Al conversar de igual a igual con los alumnos de VT en mi calidad de estudiante de una universidad vecina, me fue mas facil comprender el sentir que los embargaba. Algunos de ellos, la mayoría, aún no comprendía la magnitud mediatica de su infortunio. Muchos tildaban de “fake” (falsos) a los periodistas y curiosos que les entregaban muestras de dolor como por formalidad. Otros, muchas mujeres, hablaban por teléfono y relataban a sus conocidos que tal o cual compañero había sido directamente afectado en la masacre. Pero la gran mayoria de los “Hokies”, lo que verdaderamente querían hacer era irse a sus casas y aprovechar de descansar por el resto de la semana, ya que las clases habian sido suspendidas. Lo que mas vi en la tarde-noche de ayer fue alumnos saliendo de los “dorms” con sus bolsos y subiéndose a los autos de sus padres, quienes se veían mucho más preocupados que ellos.

A las 10 PM el campus comenzó a quedar totalmente vacío, ya que incluso los periodistas daban por concluída su jornada desde el lugar de los fatídicos acontecimientos. Antes de volver a Chapel Hill, decidí darme una vuelta por la calle principal de Blacksburg. Los bares y restaurantes estaban abiertos y progresivamente empezaron a llegar los estudiantes a tomar cervezas y comer alitas de pollo. Había sido una jornada intensa y confusa, asi que nada mejor para los “Hokies” que reunirse en los lugares donde desarrollan su vida cotidiana y se olvidan de los problemas. Mal que mal, las obligaciones universitarias continúan la próxima semana en Virginia Tech y para la mayoría de los alumnos, el nombre de Cho Seung-Hui es menos intimidante que la posibilidad de fallar en los exámenes finales.






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