El presente trabajo de Brantmayer se adscribe a un estilo y una ética social que busca develar realidades que normalmente no existen para el gran público, a no ser que tengamos el estímulo mediático adecuado para acercarnos a él: en este caso, es el mundo de la cárcel de mujeres de Santiago.
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Retratar criminales es una práctica que no tiene nada de novedoso en Fotografía, pues desde sus inicios existió la tentación de estudiar y tratar de relacionar ciertas fisonomías con conductas delictuales.
Por el contrario, los retratos de Brantmayer tratan de indagar con honestidad el interior de las reclusas, mediante encuadres muy simples -muchos casi rayan en la foto carnet-, con miradas directas a la cámara, sin gestos forzados, sin distracciones ni ruidos de fondo. Estamos solos frente a una mirada , una actitud y nuestros prejuicios. Sin duda diremos muchas cosas de cada una: linda, fea, cara de mala, cara de buena, cara de hombre, coqueta, ¿Qué hace ésta aquí? ¿Cómo es posible que sea criminal? Ah no... ella debe haber matado a su marido.
Pero tratando de dejar de lado toda la basura cultural que nos lleva a juzgar a personas que no conocemos, podemos encontrar dignidad femenina en rostros que podríamos pensar que sólo guardan emociones apretadas y recluídas bajo el propio encierro físico. Difícilmente lo sabremos, pues la ilusión fotográfica nos hace inferir mundos enteros... cuando en realidad todo no es más que una fracción de segundo.
El acercamiento brutal a estos rostros aumenta como una hipérbole, pues cada fotografía es de dimensiones que superan la escala humana natural.
Las ampliaciones de más de un metro tienen una factura técnica impecable. El formato de origen es digital, por lo cual podríamos esperar imágenes pixeladas en tales tamaños, asunto que no vemos gracias a una cuidada ampliación lambda (aunque para mí, el lambda no tiene la calidez de la ampliación blanco y negro argéntica tradicional). Esto se agradece especialmente, pues da luces de esperanzas en un mundo (¿O un país?) donde estamos cada vez más acostumbrados a ver cuadrados grotescos como unidades de imagen.
El origen digital también se presta para un juego del autor: cada imagen está titulada con el nombre del archivo que es dado por la cámara. Así por ejemplo, DSCF0028.tif no parece tener el arquetipo de mujer encarcelada... DSCF0124.tif tiene una mirada desafiante. Casi es un código de barras que nos despersonaliza, un número más en una estadística de personas que no nos importan, que nuestra sociedad no quiere mostrar, "un preso más", pero que en un trabajo como éste nos permite reflexionar sobre los valores y antivalores de nuesta cultura de masas. Nos induce a pensar en los conceptos de justicia y de lo femenino.
La exposición Cautivas, puede verse en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, hasta el domingo 2 de septiembre.
Parte del trabajo puede apreciarse, con comentarios (en audio) del autor, en EMOL.
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miércoles, agosto 29, 2007
Cautivas, Jorge Brantmayer
Publicadas por Rodrigo González Lillo
Temas : Chile, Crítica y Opinión, Noticias y Agenda, Rodrigo González Lillo
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1 comentario:
Tuve el agrado de apreciar también esta exposición,y que más interesante si la compartes con una persona que sabe de fotografía y le puedes preguntar cualquier duda??.Espero que no sea la última..
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