martes, agosto 22, 2006

Reflexiones de un fotógrafo de matrimonios


Sacar fotos en un matrimonio me resulta, contrario a lo que muchos piensan, una experiencia entretenida, y hasta grata, pues por lo general se contagia en uno la alegría y energías positivas que se sienten en el ambiente. Por lo demás, algo que me ha ocurrido con una frecuencia no esperada, es encontrarme con alguna persona conocida entre los invitados.

Así por ejemplo, en abril pasado recibí la solicitud para tomar las fotos de una ceremonia civil en un centro de eventos de La Reina, en Santiago. El apellido de la novia, nada fuera de lo común, me recordaba a una niña que había amado platónicamente cuando estaba en la educación básica. Al llegar a su casa antes de la ceremonia, escuché mencionar el nombre de mi antigua ilusión… y por alguna extraña razón tuve la certeza que la novia era la hermana de mi amor de infancia. Y me puse nervioso.

¿Cómo sigue esta historia?



Cuando llegué al centro de eventos, en efecto, pude reconocerla de inmediato. Y me puse más nervioso, sentía la falta de consistencia en mis manos al tomar la cámara. No me parecía menor, si volví a tener al frente mío a una de las personas más importantes de mi vida de niño, y a quien extrañé profundamente –por años- cuando dejé de verla. Sin embargo, no le hablé, y ella pareció no reconocerme.

En fin, yo realicé mi trabajo de manera profesional, me concentré y no dejé que la emoción me embargara. Pero antes de irme, me acerqué a ella, la saludé… “Estás igual que hace 19 años, ¿Te acuerdas de mí? Nos sentábamos juntos en 7º básico”, le dije. En realidad, no podía estar igual, pero sí tenía sentido para mí al verla a los ojos, era la misma expresión en su rostro. Ella sabía bien quien era yo, pero prefirió desconocerme. Sé que me reconoció porque se justificó por situaciones ocurridas casi dos décadas atrás… en una grata conversación que no duró más de cinco minutos, antes que saliera arrancando de la situación. Luego conversé un rato con su marido, me dio su mail para que le enviase fotos de ella a los 12 años –pues desde entonces tomo fotos, y las conservo-… y me fui.

Esa noche apenas pude dormir. Volvieron a mi mente cientos de recuerdos de 1987: viajes en bicicleta a casa de amigos, clases de computación en un Atari, faltar al colegio por las protestas de Macul con Grecia, mi descubrimiento de la música clásica, mi primera cámara y mis primeros manuales de Fotografía, las primeras fiestas… los enanitos verdes y soda stereo… la llegada al curso de grandes amigos, como el chino Canales, el guatón Flores… o la Consuelo. Mi mente estaba conectada a un estimulado corazón, y el proceso de traer al presente todas las vivencias de pre-púber hacían sentido en mí. Era hacer un círculo, la vida por un momento dejaba de caminar en recta hacia delante, y podía sentirme más vivo, con un pasado que había sido una semilla de lo que soy en este momento. Un sentimiento de nostalgia sobre mi propia existencia, mi memoria, lo que “he sido” tomando más fuerza al darle sentido al paso del tiempo.

¿Y por qué cuento todo esto?

Más allá de la “anécdota del fotógrafo de matrimonio”, me parece que lo que sentí en esta experiencia responde justamente a una gran vertiente de la Fotografía en Chile: la nostalgia, la memoria y la valoración de las historias personales a lo largo del tiempo. Lo diacrónico presente en gran cantidad de las fotografías documentales, de prensa y sobre todo… de autor.

Baste citar dos de las exposiciones presentes actualmente en el Centro Cultural del Palacio de la Moneda. Por un lado, Carlos Monsalve nos muestra “Andacollo en el tiempo”, proyecto presentado en dos etapas: la primera, un trabajo documental realizado a la fiesta religiosa de Andacollo entre 1974 y 1975. La segunda, 30 años después, investigación, búsqueda de los devotos fotografiados en esa primera etapa. Constatación de la permanencia de su fé, y retratados junto a la imagen que tuvo su origen 30 años antes. Cambios físicos y espíritu inalterable.

Y por otra parte, Rodrigo Gómez presenta “Residencia”, su bitácora de viaje, la experiencia de partir al exilio tras el golpe de estado, presentando fotografías familiares; y lo que fue 20 años después, su retorno en barco hacia Chile.

Darle una curva al recto paso del tiempo, la nostalgia de un pasado no recuperable, pero sí admirable. Pasado que nos da sentido a nuestro presente, nos hace sentir humanos, dueños de una identidad forjada en el tiempo. Y la Fotografía como instrumento en función de la memoria personal, o incluso, de la memoria de un país, una sociedad o una cultura.



…Y el fotógrafo de matrimonios no volvió a saber de su amor de infancia… ni pudo en los cinco minutos de audiencia decirle cuanto echó de menos a la que fue su princesa hasta entrada la educación media. ¿Tendrán que pasar 20 años más para decírselo? Quien sabe, por ahora no importa, eso ya será otra foto.




Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.


(Volver, tango escrito por Alfredo Le Pera, con música de Carlos Gardel. 1935)



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9 comentarios:

Jaime Alfonso San Martín Benard dijo...

Comunicar algo tan íntimo no debe ser fácil. Se nota que para ti las fotos son un catalizador de vivencias y emociones. El texto evoca muchas sensaciones. Eché de menos alguna foto de tu amiga, pero tal vez creo que eso es privado. Excelente crónica.

Anónimo dijo...

Qué buen cuento el tuyo
- El Clon - dice:
cuál ?
angeli@hotmail.com dice:
tu pues
- El Clon - dice:
ah
- El Clon - dice:
no es un cuento
- El Clon - dice:
es una crónica, ya?
angelin@hotmail.com dice:
no me refiero a lo escrito
angelin@hotmail.com dice:
si no a lo vivido
angelin@hotmail.com dice:
tu cuento
angelin@hotmail.com dice:
yo se que lo escrito no es un cuento
angelin@hotmail.com dice:
pero tener recuerdos con sentidos así de fuertes...son un cuento aparte.
- El Clon - dice:
aah.....jeje

Ismael Cortés dijo...

Excelente comentario. Bueno, como bien te dije, mirarse uno mismo y escribir es una muy buena experiencia.

Aunque también se puede mirar a otros, o mejor a otras y escribir.

Saludos.

Rodrigo González Lillo dijo...

No es tan difícil cuando ya le he dado vueltas por meses, y se lo he contado a varios de mis más cercanos amigos.

Y a pedido del público... agrego la foto que le tomé a ella hace 19 años, y una que me tomó ella a mí el mismo día (ninguna de ellas ampliable eso sí). Nótese que ella apenas se distingue... no le gustaba aparecer en fotos, y tuve que robarle esa imagen.

La foto que me tomó ella me parece mejor compuesta (el nerd de anteojos soy yo), recuerdo que después me regaló unos apuntes de Fotografía que tenía su mamá.

Las demás fotos son del matrimonio en cuestión. Por supuesto que no publicaré ninguna foto actual de ella ni de nadie que resulte reconocible.

Andrea dijo...

Creo que la nostalgia no es a propósito de nada… Chile siente nostalgia… reclama un pasado arrebatado a la fuerza, de pedazos de historia… de vidas violentamente truncadas… la fotografía reconstituye trocitos de historia… de vidas… las rescata de la frágil memoria de los olvidos voluntarios y de aquellos que el tiempo va borrando de a poco…
Fotografías… fragmentos de historia… de historias de vidas que se entrelazan y que son el puente que nos permite situarnos en el ahora… el instante de otro instante que es la vida del hombre… cuántos instantes no ha de tener ese instante del instante mayor???
…“Vale la pena cualquier sacrificio para que ese abrir y cerrar de ojos, abarque por fin el instante universo… con una mirada que no se avergüence de su reveladora, efímera e insustituible luz de la reconstrucción histórica…

Anónimo dijo...

la era de la simulación, liquida los referentes de la realidad, simultaneamente, se necesita su resurrección artificial en sistema de signos....
esto tiene que ver con el hiperrealismo, pero también, todo que ver con la nostalgia, con como se apropia de nosotros y nos obliga a hacer imágenes, a volver a hacer sensible el mundo "real" que conservamos ahora transportado a un recuerdo más que en lo realmente tangible.

Anónimo dijo...

Rodrigo: Wena.. tantos años!!! que bueno que han seguido tu camino por la foto como yo, desde que estudiamos en la U del Pacifico.... weno yo me he dedicado a abrirme mas al cine y a la direccion de fotografia y tengo pensado irme a usa a seguir estudios de perfecionamiento... Bueno y me caso tb el 12 de mayo ja! si vuelves antes de Francia me tomai las fotos???

ja besos salu2 suert!!!

Preto dijo...

Me muero de miedo si algo así me pasa. No sería capaz. Yo que tú, hubiese arrancado. Bah, lo olvidaba, hay una labor profesional entre medio. No importa, la sanidad de la psiquis tira más fuerte.

Anónimo dijo...

excelente narracion! que quieres que te diga! me atrapo...y que emocionate lo que te sucedio...y como ese instante te revolvio todo...mmm como para repertilo..no hay nada mas agradable y gratificante quwe recordar momentos tan dulces....tan llenos de todo....

yo trato de captar lo que me pasa , lo que veo y lo que siento en palabras..y ahora comenzando por fotografiarlos...veremosq ue pasa...jeje cuidate

coool mann cool!!

chau!